Cuantas horas nos pasamos mirando posibles pozos de agua, buscando el sitio idóneo para preparar una hectárea de terreno donde poder plantar ,algo ,lo que sea que de fruto,su pequeña huerta con cuatro platas de zanahoria,una de tomate y un olivo de 60 cm de altura que se niega a crecer más,cuantos ratos sentados mirando al horizonte ,un horizonte que al atardecer es una postal,un horizonte donde a apenas 60 km se encuentra el muro de la vergüenza que separa una tierra saharaui en dos, la libre y la ocupada.Cuantos ratos dando paseos,cigarro en mano escuchando la música de Radio Sahara, en busca de un camello al que se le notan las costillas como si de una radiografía se tratase para llevarle a la haima para darle de comer agua con harina de maíz.Y a pesar de todo mi amigo no pierde la sonrisa y repite, una y otra vez que él jamás abandonará aquel lugar.
A pesar de los sobornos a los que fui sometido, la dureza de viajar 32 horas en un tren donde cada tres minutos ,más o menos, me daba una arcada,de vivir toda una aventura en tierras mauritanas y atravesar la franja entre las fronteras de Marruecos y Mauritania,una tierra de nadie que llaman allí Kandajar me quedo con la sonrisa de mi amigo.
Hamidy espero volver a verte muy pronto.